ARQ Clarin Publication on Digital Architecture and Computation:

Pablo Lorenzo-Eiroa's current research on computation was recently published by the Clarin newspaper in Argentina, one of the most distributed newspapers in Latin America.  His essay was featured in an opinion column in Arq, a weekly publication dedicated to architecture.  Entitled "Somos monos frente a la computadora?" the article traces the increasingly underlying relationships in contemporary architecture relative to the use of computation. The essay questions the relative understanding of the structuring of information that happens when architects design using different software and the input of the software's ideology in their design.
 

The first argument addresses architects that use software and the degree of awareness of the logic of the underlying striation that their projects engage while designing through interfaces and implementing predetermined algorithms. This structuring of information displaces how architects think, draw and conceive ideas within these spaces activating questions of representation. The aim of the argument is to question the relative authorship of the designer in the generative creative process, which in this case is striated by the set of ideas originally contained within the software.
 
However, Lorenzo-Eiroa further questions the organizational principles that order algorithms that are not innovative enough as they structure information linearly based on looping bifurcations in new software developed by architects that find it increasingly necessary to create their own software.

 

¿Somos monos frente a la computadora?

Los desarrolladores de software marcan el paso de la tecnología proveyendo material de actualización a la arquitectura, determinando su vanguardia. Así, cuestionan la autoría en el proceso de diseño.

Somos Monos frente a la computadora? Por Pablo Lorenzo-Eiroa especial para Arq Clarin

Si la arquitectura ha resignado su vanguardia a una mera actualización tecnológica, ¿de quién es la culpa? Los desarrolladores de software marcan el paso de la tecnología proveyendo material de actualización a la arquitectura, determinando su vanguardia. Los software y las interfaces estructuran el trabajo desarrollado en estos espacios de intermediación, produciendo tendencias que surgen de la ideología del programador, que de este modo preestablece las relaciones que surgen. Las consecuencias van desde la irrelevancia de la disciplina hasta la autoría del trabajo, que tiende a pertenecer cada vez más al programador. Este establece la conformación de la forma, el tipo de visualización dinámica y la interacción de la interface con el diseñador, factores que predeterminan la estética de trabajo. Si bien pocos arquitectos lo considerarían relevante, mi trabajo se centra en esta cuestión: la redefinición de la autonomía de la arquitectura en relación a las estructuras informáticas, el potencial del espacio (incluyendo el virtual) y la capacidad de la arquitectura para influenciar a otras disciplinas.

Casos como la relación entre Peter Eisenman y la firma Form-Z no se ven mucho hoy en día. Eisenman tenía un problema específico: su estudio necesitaba desarrollar en maquetas físicas las superficies fluidas definidas digitalmente. Le presentó el problema a Chris Yessios, fundador de Form-Z y juntos elaboraron un algoritmo muy utilizado en fabricación digital hasta hoy en día: el unfold surface (unrol surface/dev.surf en Rhino) para poder desarrollar una superficie curva compleja a través del plegado de superficies más simples.

Queda claro que si los arquitectos no desplazan o crean los códigos base de los algoritmos con los que estructuran su trabajo, éste es atrapado por la predeterminación del conjunto de ideas contenidas en los programas. Lo que este concepto cuestiona es la autoría en el proceso de diseño, que debiera desplazar y crear estructuras que procesan información, indexan la constitución de la forma y estructuran la tectónica de la proyección espacial.

La forma que es estriada por las interfaces, le da relevancia a la conformación de lo que definí como un neo-estructuralismo. El creciente número de interfaces que estrían el trabajo son capas donde la información es representada, traducida, cruzada y presentada. Estas interfaces funcionan como espacios intermedios y se relacionan con las teorías de Erwin Panofsky, quien investigó la relación recíproca entre las técnicas de representación y la constitución de la realidad del espacio. Si las interfaces son espacios de representación, son espacios de diferenciación, y ya que no hay información sin representación, estos espacios activan una capacidad generativa, ya que el contenido arquitectónico es constituido en un ciclo reflexivo topológico entre forma y contenido. El problema es que si el diseñador no reconoce estas estructuras, termina expresando las formas posibles contenidas en las relaciones implícitas predeterminadas del programa.

Los software relacionales como el Grasshopper (creado por Rutten, quien abordo el problema desde la arquitectura) o el Galápagos, se apoyan en la plataforma abierta de Rhino, y su ideología se basa en parte en una actualización de la topología de una forma paramétrica visual, iniciada en parte en Maya, donde la parametrización de la forma responde a demandas antropomórficas de la industria del cine, y que derivó en la incorporación y control de la forma fluida en arquitectura. Fue a partir de esta influencia, que la racionalidad estructurante de la planta fue reemplazada por un pensamiento visual, motivando el plano vertical pictórico. En arquitectura, los ejes XY determinaban la planta y Z la extrusión vertical del espacio. En el cine, los ejes XY definen el plano vertical pictórico y Z al espacio que se mide en función a su profundidad. Influenciada por este cambio de lógica, la arquitectura reemplazó al tablero horizontal por el monitor vertical, donde lo visual domina por sobre la lógica organizativa del espacio. La forma dinámica topológica fue sin duda una incorporación muy interesante. Pero la lógica visual, que en principio motivó el entendimiento de la autonomía de la forma, generó una crisis en la disciplina, que se especializó cada vez más en el impacto visual mediático.

En los últimos años, junto con otros arquitectos de mi generación, definimos a la arquitectura digital como una disciplina autónoma, surgiendo dos corrientes. Por un lado los códigos base en relación a la estructuración del espacio y por el otro la revolución basada en la fabricación digital. Estas dos corrientes implican problemas aparentemente antagónicos.

Con la fabricación digital, hoy podemos imprimir un edificio a través de agregados. Los detalles son reemplazados por técnicas digitales, cruzando el modelo digital y su actualización física. Esto rompe la separación disciplinar entre representación como notación y la realidad de la obra, que León Battista Alberti estableció desde el Renacimiento. Hoy el arquitecto puede implementar sus dibujos, salteando la notación en escala. La fabricación también rompe con la ecuación económica-repetitiva, ya que para la máquina es lo mismo una forma regular que una extravagante. Es más, los materiales pueden ser diseñados (como sucede con el Bioart) y hasta los chips son programables a través de Arduino, que permite diseñar espacios dinámicos responsivos que crecen.

Pero el espacio (sobretodo el virtual) abarca lo científico, lo filosófico, y no solo tecnológico. Avances neurocientíficos de nivel cognitivo establecen que los procesos mentales no están separados de los órganos del cuerpo y su relación con el espacio. La organización del espacio juega un rol esencial a nivel cognitivo, presentando límites en cómo medimos o entendemos nuevos paradigmas espacio-temporales, presentando desafíos en varias disciplinas que lidian con la representación y definición del espacio.

Mi trabajo se centra en esta tensión, la que existe entre la medición de topologías espaciales y las estructuras de representación y referencia cartesiana que la parametrizan.

Evidentemente, las secuencias de comando (Python o Scripting, en general) parecieran responder a este argumento, pudiendo computar soluciones basadas en problemas disciplinares. Pero independientemente de lo que es computable o no, la lógica reversible de los algoritmos es estructurada a partir de bifurcaciones (si/no... repetir), un pensamiento lineal que también debe ser desplazado y criticado.

La arquitectura puede informar y ser relevante ante la tecnología en lugar de ser meramente artífice de su actualización. La arquitectura, en su plenitud, puede ser posible en ese momento, cuando la interface funciona al mismo nivel conceptual que la arquitectura que estructura, construyendo una autonomía, una realidad única, solo posible en el marco de la disciplina, un conocimiento específico no traducible. Esta autonomía no ha entrado en lo digital.
 

* Es arquitecto, profesor de la Universidad Cooper Union en Nueva York (New York) de diseno arquitectonico coordinador y jefe de catedra de diseno II y profesor de Arquitectura Digital. Fue co-director (co-chair) de la conferencia mas grande de arquitectura digital ACADIA 2010 en The Cooper Union y esta trabajando como co-editor en un libro con Routledge sobre Arquitectura Digital a publicarse en 2012.